viernes, 12 de marzo de 2010

Invocación fugaz


-->¿Por qué eres ahora tan breve, tan breve,
si antes te tragabas píldoras de inmortalidad,

y estirabas a los días del pelo para que se enfadasen

y te concedieran un segundo más de risa intrascendente?

Y ahora, en cambio, quisieras morir con el agua sucia

que cae por el desagüe, desaparecer con la contraportada

de los libros acabados de leer; quisieras expirar

cuando el sol dice adiós tras las montañas o los rascacielos,

y levantar el puño junto al último ángel comunista,

o cerrarte con la maleta atascada y tirarte al basurero.

Y ahora, en cambio, desaparecerías con el trago de una casi

vacía botella de cerveza, o con el sedimento de la tiza

que puede tan sólo esbozar una letra más; y te irías con los

vecinos que abandonan tu casa, tras la visita semanal;

o te fregarías junto a la porquería de tu habitación, y también

te firmarías como a un cuadro terminado.

¿Por qué eres, ahora, tan breve? ¿Por qué comes rápido y despides

antes de saludar; por qué bajas la persiana por la mañana

y la subes cuando arden las farolas? Mirabas a los niños en
San Juan: envidiabas sus petardos, por estallar tan rápido,
por no elaborar testamentos, ni tener hijos; querías hacer

un juego de luces y rozar el estrato más bajo del cielo, y vestirte

de nada, acostarte con la nada, casarte con la nada…

Pero sólo eres una sombra amarrada al suelo como un aspersor
que reparte sus lágrimas para regar el césped; y contemplas

el cese de las cosas; y tu rosario quizá sólo esté compuesto

por gotas de pegamento derrochado, pegamento que te pega

lamentos en la cazadora, como muñecos de papel hincados

en la espalda con un alfiler durante el día de los inocentes.

1 comentario:

Iñaki Rubio dijo...

Me he ido con los vecinos de la visita hacia la oscuridad del final.
y he disfrutado.