I
Forastero, dirija mis caderas,
las caderas de Ofelia.
Ella no opondrá resistencia.
Duele tanto vivir que ya no importa
que la humille.
Encamínelas hacia un huerto marítimo,
con surcos de arado y olas azules,
que ella sea la funda de su espada
que ella sea el útero
de sus deseos de hombre infeliz que mira nubes.
Forastero, viole usted a Ofelia.
Ahóguela en besos, ahórquela en abrazos.
(Júrele -hipócrita- que será para siempre.)
Dígale que es hermosa
para que ella regrese
de su amnesia eterna, de su flujo de ángeles,
para que ella regrese
de la tienda de campaña que instaló en el pistilo de una flor.
II
Usted -hágame caso-
construya un nido en su dedo meñique.
Ofelia
imagina que su guante es un pájaro, un lindo pájaro,
Ofelia duerme hace tiempo, hace tiempo
en un nenúfar de agua/
con clorofila en el alma/
para que ella regrese
regrese
regrese
sin una lágrima una lágrima
que hace ganchillo de agua en la mejilla.
Despiértela diciendo “comaruru”...
III
Una roca marina roza la cueva de la boca y tú, Ofelia,
saboreas tu soledad a la orilla de un Martini.
La tarde se deshace con un caramelo de eucalipto,
algo pegajoso y fresco se derrama por dentro;
e intuyes que tu centro es la garganta,
- no tu corazón, no tu cabeza -
tu centro es la garganta,
(la cuna de las notas y los pesares,
la diana de la palabra imantada)
tu centro, sólo tu centro, es la garganta.
Forastero, dirija mis caderas,
las caderas de Ofelia.
Ella no opondrá resistencia.
Duele tanto vivir que ya no importa
que la humille.
Encamínelas hacia un huerto marítimo,
con surcos de arado y olas azules,
que ella sea la funda de su espada
que ella sea el útero
de sus deseos de hombre infeliz que mira nubes.
Forastero, viole usted a Ofelia.
Ahóguela en besos, ahórquela en abrazos.
(Júrele -hipócrita- que será para siempre.)
Dígale que es hermosa
para que ella regrese
de su amnesia eterna, de su flujo de ángeles,
para que ella regrese
de la tienda de campaña que instaló en el pistilo de una flor.
II
Usted -hágame caso-
construya un nido en su dedo meñique.
Ofelia
imagina que su guante es un pájaro, un lindo pájaro,
Ofelia duerme hace tiempo, hace tiempo
en un nenúfar de agua/
con clorofila en el alma/
para que ella regrese
regrese
regrese
sin una lágrima una lágrima
que hace ganchillo de agua en la mejilla.
Despiértela diciendo “comaruru”...
III
Una roca marina roza la cueva de la boca y tú, Ofelia,
saboreas tu soledad a la orilla de un Martini.
La tarde se deshace con un caramelo de eucalipto,
algo pegajoso y fresco se derrama por dentro;
e intuyes que tu centro es la garganta,
- no tu corazón, no tu cabeza -
tu centro es la garganta,
(la cuna de las notas y los pesares,
la diana de la palabra imantada)
tu centro, sólo tu centro, es la garganta.
2 comentarios:
-un secreto para tu colección-
con un nudo en la garganta casi tangible, la siento mi centro como nunca antes... soy tan Ofelia que pesa y me arranca el llanto.
hoy dejé _otra vez_ al forastero, salí corriendo en pleno amor para no dar pie _otra vez_ a su abandono, pero duele tanto que me reblandezco y temo devolverme
hoy huí con su olor a cuestas, casi no me reconozco, me busco, me busco y me encuentro en Ofelia con todo y su amnesia, sobre todo con su amnesia
de nuevo un robo, esta vez solo para el forastero
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