[E. Munch, El grito (1893)]
Coge el relámpago en la mano...Se anuncia por el ruido de un trueno...(Ante ese espectáculo) mi corazón tiembla, salta fuera de su sitio. ¡Oíd! ¡Oíd el temblar de su voz, el trueno que sale de su boca! Lo hace rodar por toda la extensión de los cielos...
JOB 36, 32-33; 37, 1-4.
Cabrearse: ése era el concepto, el hilo,
el sentido de la trova de gritos, desguaces,
ases de picas subiendo por las escaleras,
reinas de corazones (descorazonadas),
acueductos de labios que fingían sonreír
o humillaciones de moza sumisa mochista
(esclava del mocho) visceralmente vulnerable
al alarido del Estornudabroncas. (Padre)
Al final él dirá tu pandilla de amigos exterminados
prostituta adúltera universitaria con tuh palabricah
corrompida incapaz de cambiarme los pañales
de la vejez ladrona de ADN doña inútil marisabidilla
pon parches en tu boca calla calla quiero matarte
bofetada por contestarme (no lo hagas) grito intimido
te parto la cara hijaputa subnormal subnormal subnormal
no te me subas malhablada no ayudas en LA casa...
Cuánto dolor en mi diafragma de vinilo . La esfera
de la pupila pulveriza ojos de gato. Recuerdo
vagamente la astilla de amar a un corcho fascista. Viajo
sobre el párpado de la pena. Toda la basura concentrada
en ( ). Edipo mujer por qué caminas por la zurda como
los hombres. Necesitaba... ¡Independencia! Pulmones
bandera. Simiente desplegada. Marina y mística para siempre.
Cuánto peaje para que la vena sea autopista.
I felt a Funeral in my Brain, una soga de tristeza
me amarra - galeote- a este calor de medianoche, siento
un trastorno y la nostalgia de ese sueño que es bueno
porque duele estar despierto. Cómo me grita Mr Hyde
sin atender las violetas pisoteadas. Allí escribe mi psiquiatra
un informe breve y florecido, donde dice (tercamente):
"Esta mujercita está enferma de vida." Subo risueña
los peldaños de la sonrisa del doctor Jeckill.
Dentaduras postizas. Nada es auténticamente bello. La moral
sigue gritando. Si en el camino hay falta de litio, dosis de tinta
para curar la melancolía de las barandillas. La lira
espermatozoide que inunda el cielo tras un cohete artificial:
debo irme al paraíso del eucalipto en el aliento,
déjame un rincón en Goam, sin escobas de inframundo
amenazantes, sin hiriente laguna de voces ascéticas.
Déjame ir, tus barrotes me arañan las muñecas.
Haz la prueba del algodón que demostrará
que la realidad está sucia, torcida, medio vencida
por lo nuclear, lo muerto, lo instantáneamente hervido
en una caza de brujas farsantes. Lo soso, lo aséptico,
lo tímido o anormal embadurnarán los labios de la noche
con su vaselina vírica y entonces los ideales deberán
ponerse a cuatro patas para que al fin, en la Barceloneta,
Don Quijote sea empalado por la cordura repentina.
el sentido de la trova de gritos, desguaces,
ases de picas subiendo por las escaleras,
reinas de corazones (descorazonadas),
acueductos de labios que fingían sonreír
o humillaciones de moza sumisa mochista
(esclava del mocho) visceralmente vulnerable
al alarido del Estornudabroncas. (Padre)
Al final él dirá tu pandilla de amigos exterminados
prostituta adúltera universitaria con tuh palabricah
corrompida incapaz de cambiarme los pañales
de la vejez ladrona de ADN doña inútil marisabidilla
pon parches en tu boca calla calla quiero matarte
bofetada por contestarme (no lo hagas) grito intimido
te parto la cara hijaputa subnormal subnormal subnormal
no te me subas malhablada no ayudas en LA casa...
Cuánto dolor en mi diafragma de vinilo . La esfera
de la pupila pulveriza ojos de gato. Recuerdo
vagamente la astilla de amar a un corcho fascista. Viajo
sobre el párpado de la pena. Toda la basura concentrada
en ( ). Edipo mujer por qué caminas por la zurda como
los hombres. Necesitaba... ¡Independencia! Pulmones
bandera. Simiente desplegada. Marina y mística para siempre.
Cuánto peaje para que la vena sea autopista.
I felt a Funeral in my Brain, una soga de tristeza
me amarra - galeote- a este calor de medianoche, siento
un trastorno y la nostalgia de ese sueño que es bueno
porque duele estar despierto. Cómo me grita Mr Hyde
sin atender las violetas pisoteadas. Allí escribe mi psiquiatra
un informe breve y florecido, donde dice (tercamente):
"Esta mujercita está enferma de vida." Subo risueña
los peldaños de la sonrisa del doctor Jeckill.
Dentaduras postizas. Nada es auténticamente bello. La moral
sigue gritando. Si en el camino hay falta de litio, dosis de tinta
para curar la melancolía de las barandillas. La lira
espermatozoide que inunda el cielo tras un cohete artificial:
debo irme al paraíso del eucalipto en el aliento,
déjame un rincón en Goam, sin escobas de inframundo
amenazantes, sin hiriente laguna de voces ascéticas.
Déjame ir, tus barrotes me arañan las muñecas.
Haz la prueba del algodón que demostrará
que la realidad está sucia, torcida, medio vencida
por lo nuclear, lo muerto, lo instantáneamente hervido
en una caza de brujas farsantes. Lo soso, lo aséptico,
lo tímido o anormal embadurnarán los labios de la noche
con su vaselina vírica y entonces los ideales deberán
ponerse a cuatro patas para que al fin, en la Barceloneta,
Don Quijote sea empalado por la cordura repentina.
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