martes, 17 de julio de 2007

II



Pero un día, la manzana. Pero un día, un mendigo me señaló apocalíptico.
Me señaló y su garfio rasgó mis plumas, y caí como Ícaro. Me señaló
y dijo: "piensa". Me señaló y dijo: "eres mala". Me señaló y dijo:
"serás castigada por amar demasiado". Mujer para un solo hombre.
Mujer: no para el mundo, no para el beso de los cielos. Mujer
para un solo hombre. Se derritió mi corazón y la cera cayó lentamente,
estalactita de fuego llorada. Llorada. El mendigo sepultó nuestro sueño
e inventó la moral. Y así me convirtió a su condición: mendiga pensadora.

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