jueves, 5 de julio de 2007

Extraterrestre


I

Estoy en un café
tomando un café.
Solo otro está solo.
(Eres tú, lector absorto.)

Me entristece este hermetismo.
Hieren las miradas ajenas.
Sus punzadas frenéticas
me recortan la figura.

Me he ido y sigo aquí.

II

Vuelvo a la escritura
porque regreso
al desconsuelo
de lo indeseable.
Me vampiriza la velocidad,
aunque me serena pensar
que la huida hacia el magma
está cerca.
Se posan sobre mí
ojos invisibles,
escorzos vivos.
Aún no he partido
y ya temo al reposo.



III

Tal vez -quizá- ¿lo ves?
La fotosíntesis.
Cruzo los brazos
como un árbol viejo.
Un camarero, tranquilo y oscuro,
con puzzle en las manos,
esquiva miradas adúlteras.
Imagino que soy conversa
(lo creo por mis labios
entreabiertos).
Vayámonos de aquí.
Los hombres han empezado
a disfrazarse con sus miedos.


IV

Mareada de ver
colores satinados.
Nadie parece (¿interesante?).
Risas frívolas.
Expresiones tópicas
(siempre previsibles).
A mí no me convencen.
No saben amar.
No brillan con fuego antiguo.
No gritan "cosmos" u "ósmosis".
Y no las quiero.
Porque no vibran hasta desaparecer.


V

Aguardo
la absoluta soledad sin miradas.
Conozco la jaula de mis ojos.
Conozco el lenguaje de los pájaros
(tan secreto que se esconde
en este silencio sin salario.)
¿Dónde están los soñadores?
¡He de encontrar a mi tribu!
¿Dónde?
El alma está desertizada.



VI

Entonces, aparece la nebulosa.
Entonces, entre el vapor y las greñas,
una espuma tibia
pide que la bebamos
y que pintemos encima
máscaras de papel pinocho.
Es más fácil pensar
que somos felices esperando.
Sigo removiendo el café
- y ya está frío-.



VII

Pero.
Habrá alguna manera de salvarse.
Una nave espacial
despega del plato de la taza.
La imaginación es su motor.
Los labios paladean otros mundos
e intentan nombrarlos con números.
El azar asesina lo bello,
que muere con elegancia.


VIII

He volado hasta el techo.
"Mira"
(Me matan los mismos lugares
desgastados).
"Mira"
(¿Se me ha vuelto opaca
la mirada?)

Compruebo que los demás ojos
se desvían cuando los miro.

Damos vueltas al café
(está ahogado).



IX

La vista fija -en un punto-.
No puedo soportarlo más.

Varios solos miramos
hacia la puerta.
También a las paredes
sin ventana.

Delante del café
se otea un océano infinito
donde estás obligado a perderte
para no parecer un imbécil.

Suenan teléfonos.
Todo es comprensible
si hay sintaxis.


X

Pero no puedo creerme
este mundo de cartón piedra.
Bebamos más café.
En su espuma se dibuja una galaxia.
Quizá podamos escapar
de este antro de lunes por la tarde
si un ovni nos abduce a tiempo.

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