Los pechos, los pechos, me dueles. Crezco, hablo, tintineo. Olisqueo rayos con el reverso de la camisa. Dame agua. Ofréceme el charco más grande del mundo. Cautivar especies perdidas, eso busco. Me arranco botones con un soliloquio en la memoria, mientras las plantas de los pies se untan de barro en una playa cualquiera. Dejaré que hoy el mar me muerda las uñas.
La luna espera uno de mis deseosos pleitos de chocolate.
Me niego a relamer el rayo de Viracocha.
La luna espera uno de mis deseosos pleitos de chocolate.
Me niego a relamer el rayo de Viracocha.
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