sábado, 30 de junio de 2007

Sólo siempre nunca



[Divagaciones en torno a Nighthawks de E. Hooper]

[Él se mordía la lengua.
Ella suplicaba a los dioses
que la convirtieran en piedra.]



Berta W. Sprachen camina hacia el mar. Se ha dado un par de bofetadas ante el espejo. Brota una lágrima de sus ojos de puta buscona. Grandes gafas de sol enmascaran su mirada rabiosa. Pendulea las caderas histéricas, tiene la boca entreabierta, la mandíbula prieta y los ojos fijos pero ciegos, cubiertos por la brea del odio. Un graffiti le tapona las válvulas cardíacas. Paso firme y taconeo bajo el sol sangrante. Se pregunta por qué, a pesar de todo, todavía no ha encontrado el Sueño Tangible.


***

Una noche de ebriedad en Boston.

El tiovivo de los bares nocturnos culebreando entre neón sinuoso y una presencia masculina pegada a sus entrañas. Ella, sola por convicción empírica, como siempre, tomando una copa con natural autosuficiencia y escepticismo. Esa maldita apocalipsis en el escote, manchado de ceniza. Labios abombados con sensualidad consciente. Mujer ahogada en un cubata de Hooper. Entonces, una voz tibia barítona. Un hombre viril. Un Cósmico Bastardo.



Le tira el humo a la cara. El tipo sonríe y la mira con seriedad. Un par de Martinis a medias. Otro más. Complicidad ante los seguratas gorilas. El tipo le da la mano y se encierran en el lavabo de hombres para esnifar coca. Dejarse ir. Complicidad perversa. Dos cuerpos sudan en un metro cuadrado que apesta a retrete público. Entonces el desconocido le coge las manos. Ojos clavados como arpones. Duele. Sólo le coge las manos. Berta W. Sprachen empieza a odiarle. Romántico imbécil. Ahora cree que ella se dejará engatusar por cuatro frases sobre el destino. La mujer solitaria lleva toda una vida esquivando a ilusos románticos que la comparan con una princesa depresiva. Como si después la vida no continuara hasta la extenuación. Quizá los odia porque sí. Porque el amor es una putada.*


***


Ha llegado frente al mar. Se quita los pantalones y la camiseta, luego duda porque hay gente, pero también el sujetador. Y las bragas. Se mete en el mar a la primera oleada. Y entonces, como siempre, empieza a llorar mientras bucea hacia adentro, hasta que tiene que salir a la superficie para reclamar oxígeno como una bestia moribunda. Después, ya no ocurre nada. Pasa el rato, se desquita, sale como nueva. Entonces caen las gafas de sol. La imagen del Deseo se hace añicos. La olvida. Sólo siempre nunca.

* Frase prestada (Marçal dixit).

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