martes, 7 de enero de 2014

EL ARQUETIPO DEL DIABLO XV O EL SENDERO DE AIN



 FAUSTO - Bien ves que no se trata aquí de una dicha pasajera; al contrario, quiero consagrarme por entero al vértigo, a los goces más terribles, al amor que confina con el odio, al desaliento que eleva. Mi corazón, curado de la fiebre de saber, no estará en adelante cerrado para ningún dolor; en cambio, quiero también sentir en lo más profundo de mi ser todos los goces concedidos a la humanidad, saber lo que hay de más sublime y profundo en ellos, acumular en mi pecho todo el bien y todo el mal, que es su patrimonio exclusivo; hacer extensivo mi propio mal hasta el suyo y acabar por morir como el género humano.

MEFISTÒFELES. - Puedes creerme: yo, que desde hace miles de años estoy masticando este duro alimento, te aseguro que, desde la cuna al sepulcro, ningún hombre puede digerir la antigua levadura. Cree a uno de los nuestros, que dice: ese gran trono está creado para un solo Dios; a él se deben estas eternas estrellas; a nosotros nos ha creado para las  tinieblas, y sólo vosotros tenéis el día y la noche.

FAUSTO . - Pero, yo deseo…

MEFISTÓFELES. - Te comprendo, pero sólo una cosa me inquieta: el tiempo es corto y el arte largo. Creo que deberías instruirte; únete con un poeta; déjale dar rienda suelta a su imaginación, y haz que te infunda todas las más nobles cualidades, esto es: el valor del león, la agilidad del ciervo, el ardor del italiano, la constancia del habitante del norte. Haz que halle el medio de unir la magnanimidad a la astucia, y que en virtud de cierta combinación, te dote de las ardientes pasiones de la juventud. De mí sé decirte que me gustaría en gran parte ver a un hombre de esta clase, para poder darte el título de maestro del microcosmos.

FAUSTO. - ¿Quién soy, pues, si no puedo conquistar esa corona de la humanidad a la que aspiran todos mis sentidos?

MEFISTÓFELES. - Tú eres, en último resultado, lo que debes ser: coloca sobre tu cabeza una peluca de miles de bucles, calza tus pies con coturnos de una vara en alto, que no por ello dejarás de ser lo que eres.
Fausto, Göethe 






ELLA
¿Qué haremos, ahora?
¿Dónde pondré la boca?
Yo sólo sé 
estar loca.

ÉL
Caminaremos todas las calles cuesta arriba
y nos besaremos en función
de las señales. 
Pero lo más predominante será
el diálogo 
y el gesto:
haremos pequeñas representaciones teatrales 
sobre nuestra idea de amor puro. 

ELLA
Cómo se ha maltratado al amor.

ÉL
Sí, toda una catástrofe.

ELLA
El amor más puro que he visto:
juega a la ruleta rusa

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