Durante tu exilio, mi carne se ha hecho ceniza; la vida me ha barnizado con una mano de desidia. El hueco de una Atlántida desaparecida, enterrada por olas y liturgias necesarias, se ha abierto en mi centro, y la falla del dolor cruje junto a la humedad del bochorno. El velero debe cambiar el rumbo: el mundo sólo le impone babor, estribor, punto de partida y meta; pero el navío sin alas no puede flotar bajo los mandatos del capitán Nemo. Lo que sí cabe es un leve adiós absorbido por la saliva de las olas. Quizá entre peces y mensajes de botellas.
Escribir se ha convertido en un repugnante juego estético que agrada a los demás si pones los ojos en blanco y escribes palabras poco frecuentes que riman.
Quizás el negro sea la respuesta.
1 comentario:
...pero si los libros te lo han dado casi todo, ¿no habrás tú de darnos nada? Porque tus letras dicen adiós como casi siempre que se dice adiós: sabiendo que las volveremos a ver.Pronto.
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