viernes, 15 de junio de 2007

Vita est militia




[4 de junio de 1989, durante el movimiento estudiantil en Beijing, un joven desconocido bloquea él solo una columna de tanques]


¿No es una milicia lo que hace el hombre
sobre la tierra? (Job 7,1)


Escribir con el universo en contra es tener hambre recién comido. De ningún otro modo se estira tanto el lenguaje, porque sus brazos adquieren la cualidad elástica de una media de licra sin agujeros, y los vocablos eréctiles están preparados para desvirgar o para descomponer, lancear u horadar toda superficie lisa porosa o de terruño (cualquiera, la que se preste). Los guantes de boxeo de Roberto Arlt o los colmillos simpáticos de Vlad se ensayan como armas sangrientas. Interpreto la forma de las cicatrices y adivino en ellas la misma clarividencia que en los posos del café. Enséñame esas marcas de la guerra. Enséñamelas y adivinaré en ellas tu futuro.


Escribo para el Mozart que no tuvo jamás piano, para el Picasso que fue obligado a trabajar en la charcutería de sus viejos, para el Dostoievski que malgastó su talento produciendo perfumes en una fábrica en cadena. Por todos vosotros, huérfanos sin suerte, voy a tirarme por la ventana.

Vivir es una trampa imaginaria. Nada desaparece en verdad cuando se tira de la cadena del váter. La muerte o la mierda (que tal vez compartan el mismo étimo, como caricia y carencia), se esfuerzan para que todos tengamos espacio en su comedero infinito. Por eso hay que desinfectar los ojos, bulímicos de contemplar anuncios publicitarios, y sumergirlos en todos los lagos de Escocia (con o sin Nessie).

1 comentario:

Nihm Smoboda dijo...

como en todos los lagos de Escocia.
Para siempre