sábado, 24 de marzo de 2007

A Alice Vannoy






Una tarde, Alice Vannoy me dijo que la Muerte era encantadora, sobre todo para los que leen los cómics de Neil Gaiman. Cuando salíamos de fiesta, a menudo vestía como ella, con un sombrero de copa. Ahora deben de estar charlando, mientras toman una copa en el Séptimo Infierno.

Cuando su cuerpo ha expirado, yo llevaba puesta la última máscara que me regaló ("Las máscaras revelan más que los rostros", solía decir), y he tenido la sensación de que otra vez se cernía una secreta complicidad entre las dos. No podéis ni imaginar cómo amo a Alice Vannoy, lo afortunada que me siento de haberla conocido. Viviré, como tantos otros, para honrar su memoria y seguramente volveremos a encontrarnos en los secretos que compartíamos, porque Alice es otra coleccionista de secretos, de la que yo me declaro fiel aprendiz.

Alice Vannoy y yo íbamos al bosque a hacer rituales mágicos para salvar a la gente. Ella veía historias en las cartas de Tarot y yo recorría, más bien, las páginas de los clásicos de la Teosofía. De todos modos, estoy convencida de que ahora debe de estar explorando su nuevo mundo y que, por la noche, charlaremos en sueños para explicarnos qué tal ha ido la jornada.

El duendecito conocerá sus historias y, si es niña, se llamará Alicia en su nombre. Será seguramente muy feliz, porque así lo visualizamos una tarde a la luz de unas velas. Por otra parte, veo con claridad el día de la presentación de su libro, que Nihm y la Nena Rara nos encargaremos de editar, con todo el amor y rigor filológico del mundo. El Yebra leerá fragmentos en sus clases.

Quiero deciros que hoy doy gracias al mundo por haberla conocido y que, como ella me pidió, no voy a desesperar por su ausencia (sería un acto egoísta) y voy a enviarle todo mi amor y buenos deseos, esté donde esté. Por otra parte, prometo seguir estudiando magia y ocultismo, para sentirla más cerca y poder charlar con ella tranquilamente por las noches. También prometo contribuir a la creación de nuevos mundos y llevar a la tierra el milagro de sus hermosos pensamientos, visitar las tiendas de máscaras y mirar de vez en cuando a través de los caleidoscopios. Correr por el bosque y viajar a los lugares a los que siempre quiso ir, leer los libros que adoraba, escuchar los temas favoritos y ver aquellas películas emblemáticas. Estar cerca de su universo imaginario, el que ambas compartíamos con complicidad alegre.

La Teosofía dice que Alice Vannoy sigue ahi, que es más feliz que nunca porque está en un mundo donde la imaginación tiene poderes sin límite.

Te quiero, Alice. Espero que, como buena amiga, me expliques qué hay después de la muerte. Haré lo posible para darte tranquilidad y alegría.

Y, bueno, ya sabes, tarde o temprano, nos reuniremos. Y a ver qué tinglado tienes allá montado, nena traviesa.

1 comentario:

Nickmad dijo...

Qué suerte tuviste de haberla conocido maga, que recuerdos más bonitos tenía cuando os veía juntas compartiendo vuestros pensamientos.