jueves, 15 de marzo de 2007

Vulgares coleópteros

(Fotografía de Marçal Font, de su serie Carteles)

Hoy no debía haberme despertado.

Hay días como éste en los que las hormonas no nos dejan dormir, nos despertamos a las cuatro de la mañana, al coche se lo lleva la grúa (115 euros) y encima hay una multa de 90 por haber aparcado en zona azul sin saberlo (porque aparcamos de noche y la línea azul estaba descolorida). Total: la polis nos multa 205 euros por nuestro vetusto pero fiel Citroen AX, a nosotros, que no llegamos a los 1000 euros mensuales, que todavía no habíamos pagado el alquiler y encima estábamos contentos porque cantamos canciones en la ducha y disfrutamos gratis del cariño de nuestros amigos. Pero entonces, claro, nos topamos ante la prepotencia administrativa, que nos "ha de castigar" por aparcar donde no debíamos. Un despiste que cuesta más de una cuarta parte de nuestro sueldo. Gilipolleces arbitrarias de esta sociedad, bagatelas hirientes.

A menudo, no comprendo muchas de las cosas que me rodean. Son simplemente injustas. Estamos ahorrando para nuestro bebé y una multa nos roba la comida de un mes.

Es cierto: hay más años de prisión por piratear CD's que por robar un coche.

Leo en el periódico, la mayoría absoluta del PP de Castilla y León se inventa una ley para construir 800 chalets en un suelo protegido a orillas del Duero. Y encima, el proyecto urbanístico se llamará "La Ciudad del Medio Ambiente". La Fundación ARED de reinserción de mujeres privadas de libertad sale por T.V., pero para salvaguardar los infortunados comentarios escatológicos de Mercedes Milà. Cada vez los periodistas están más podridos por la noticia morbosa: da asco ver los telediarios de ahora, tan manipulados por la facción política y los intereses económicos. Una vez, salió la casa de unos colegas de la Zaza en el periódico y decía en el titular que los habitantes del immueble eran heroinómanos. Imagináos la perplejidad de los pobres chavales, que abominan el caballo. Sin poder defenderse de esa bestia ignorante que les acusa con su dedo moralista y falsificador, sólo porque tienen "pintas".

Y así va el mundo. Los que somos pobres (y eso incluye a los investigadores universitarios hijos de proletarios, como una servidora) no podemos fallar nunca, o nos quedamos sin pan. Los ricos, en cambio, además de ofender con su idiotez pública convierten el mundo en su propia pocilga y luego se compran hectáreas vírgenes para tener más vertederos para sus plásticos y heces consumistas.

¡Malditos burocratizadores de la vida!
¡Vulgares coleópteros!

1 comentario:

Jesús Alonso Ruiz dijo...

No quiero pensar en esas cosas que dices porque me envenenan. Literalmente.