viernes, 25 de mayo de 2007

Cielo sobre las aguas de un estanque


Cielo sobre las aguas de un estanque
Ya está. Al fin lo he aceptado. Estoy sola, y lloran
los polvos mágicos concentrados en la mejilla;
hago malabares con mariposas en las auras
mortales, siento el corazón mascando la sangre
a ritmo de yambé y, sin embargo, qué sola estoy,
cuánto brillo concentrado en la tiniebla de mi abrigo,
cuánta ansia abortada en estas botas viajeras
sin testigos, cuántas noches de melodías consumidas.

Soy matérica (un ombligo epicúreo). ¡Dejadme
en paz! Imprimo una canción de dedos. Rompo
las vitrinas de los ojos con el hacha del deseo.
Sé que ya Nada. ¿Me revolcaré
en Esto hasta que muera? (¿No era Aquello?)
¿La metadona aliviará mis sueños
y volverá opaca mi mirada? Dadme el pasotismo
yonqui. Quiero olvidar lo inolvidable.

Dadme dorada cerveza, rebozadme de espuma
los labios. Quiero olvidar (lo in...) Violad
mi cuerpo en escorzo. ¡Doledme! Quiero olvidar (lo in...).
Dejadme desnuda y magullada, otorgadme
la inconciencia. Quiero olvidar (lo in...)
Ellos vuelven y me embisten el cráneo, errores
imposibles: ¡Insultadme las clavículas! ¡Antipetrarquistas!
¡Enamorados al cuadrado en tierras de Dante!

Beatrice llegó con sus caderas de cosmos pitagórico:
¡manos en alto! ¡Al fin no estás solosolosoooolo!
Qué fácil es olvidar aceleradamente las sirenas
de cloaca, arrojarte tras los labios tristes
de Madame H (la acéfala, la lepisma perdida
en las bibliotecas prohibidas, engullendo, bulímica,
necronomicones dispares, palabras románticas,
nexos cursis latinos, vientres de compuestos químicos).

Invierto mil noches en salivas reventadas, vomito
el sabor de la anarquía. No te veré más. Esto es
la muerte en vida. Pero tranquilo, no te perseguiré
con paraguas marypoppianos, ni pintaré graffitis
lascivos frente a tu balcón, Romeo enjulietado.
Viviré después. Besaré otros labios, y otros labios,
y otros labios. Iré a los Fines del Mundo,
amazónica, con otra libreta de hule en el bolsillo.

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