martes, 1 de mayo de 2007

La última carta de Jack el Destripador

He aquí una carta autógrafa de Jack el Destripador. En el año 2006 descubrieron en ésta ADN de mujer, por lo que algunos piensan que "Jack" pudo tratarse de una fémina asesina de prostitutas. Scotland Yard también barajó la posibilidad de que el asesino fuera Lewis Carroll, porque se interpretó que en su poema Jabberwocky hay escrita una sospechosa declaración en anagramas:

'Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.
'Beware the Jabberwock, my son!
The jaws that bite, the claws that catch!
Beware the Jubjub bird, and shun
The frumious Bandersnatch!'
He took his vorpal sword in hand:
Long time the manxome foe he sought--
So rested he by the Tumtum tree,
And stood awhile in thought.
And as in uffish thought he stood,
The Jabberwock, with eyes of flame,
Came whiffling through the tulgey wood,
And burbled as it came!
One, two! One, two! And through and through
The vorpal blade went snicker-snack!
He left it dead, and with its head
He went galumphing back.
'And hast thou slain the Jabberwock?
Come to my arms, my beamish boy!
O frabjous day! Callooh! Callay!'
He chortled in his joy.
'Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.

***

Londres es un monstruo de amplias autopistas e inmensas avenidas y, sin embargo, de estrechos callejones. Un cuchillo yace tirado en el suelo, junto a un cubo de basura. Londres es una ciudad grande con objetos pequeños. Sin embargo, algunos de sus objetos pequeños son relativamente grandes. Por ejemplo, este cuchillo.

¿Acaso ya nadie se atreve a ir solo por estos lugares, a estas horas? ¿Ya no quedan idiotas dispuestos a jugar sus pescuezos, a encontrarse con el sinnúmero de malhechores que acechan a sus posibles víctimas tras siniestros rincones en penumbra? ¿No habrá detective que valga? ¿Nadie hallará el cuchillo perdido, depositado como por casualidad sobre este frío adoquín de un oscuro callejón de Londres?

La noche es cruel, helada, soñolienta. Jack llora agazapado, a pocos metros del cuchillo. A su derecha un grupo de vagabundos han hecho una pequeña fogata para protegerse del frío. Los ancianos mendigos lo miran divertidos. Uno se le acerca:

- Debes reconocer que eres una leyenda, Jack. Antes del televisor y las dos guerras mundiales aún se te podía temer, pero ahora, desgraciado, sólo te temen los imbéciles.

La humillación es inminente. Jack extrae un par de papeles arrugados de su gastada chaqueta y los deposita sobre sus rodillas. Lee:
La sombría figura de Jack el Destripador surgió de la nada…; una sombra que vagaba entre las sombras del East End de Londres, al acecho, con un cuchillo. Recorría los tugurios de Whitechapel, Spitalfields. Nadie sabía de dónde había salido, pero llevaba la muerte con él. La muerte, en un cuchillo.
¡Aquellos sí que eran buenos tiempos! Era capaz de olfatear el miedo, su figura abominable era respetada, incluso se le atribuían poderes ocultos. Saboreaba por aquel entonces la admiración de intrigados periodistas e investigadores que, asombrados, publicaban libros elevando a Jack sobrehumanamente e idealizaban cada uno de sus acertados y sangrientos actos.

Jack coge un pañuelo de su bolsillo agujereado para sonarse los mocos.
¿Quién era? ¿Qué era? ¿Un cirujano enloquecido? ¿Un carnicero? ¿Un científico que había perdido la razón? ¿Un degenerado patológico escapado de un manicomio? ¿Un noble trastornado? ¿Un miembro de la policía de Londres?
Él responde para sí mismo:

- ¡Imbéciles! ¡Un misógino tedioso!

Jack empuña su antigua e inseparable pluma cuyo recambio consiste en un cartucho lleno de la sangre de su última víctima: la joven Mary, la hermosa y dulce Mary Jane Kelly. Claro que, de esto ya hace muchos años…
Allá va, su última carta destinada a George Lusk, presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel:

Londres, 15 de octubre de 1988
Desde el infierno. Señor Lusk. Señor le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí, estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con que se extrajo, si se espera usted un poco.
Firmado: Atrápeme cuando pueda, señor Lusk

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