sábado, 19 de mayo de 2007

Lacrimoterapia (de Alice Vannoy y la Nena Rara)







Los tajos profundos generan cicatriz. Hay cicatrices anónimas en la yugular, mapas en el cuerpo firmados por Warhol y sellos de belleza humana en el costado de Marilyn. En este día de cicatrices evidentes, recuerdo la tarde en que Alice y yo escribimos a dos manos el siguiente microrrelato:
LACRIMOTERAPIA
Nadie puede imaginar lo que consuela llorar en cualquier hombro. Yo los busco, a todas horas, desde que leí en San Agustín que cuando uno está triste hay tres remedios para recobrar el color de las mejillas. Esto es, darse un baño, pasear para cansar las piernas más que al intelecto y llorar hasta deshacer el hielo del alma.

Lo único malo de esta teoría, es que "cualquier hombro", no es "cualquier hombro". Los hay que te cobran un precio desproporcionado por el alquiler. Una vez acudí a un anuncio de una mujer que alquilaba su rollizo regazo materno por seis euros la hora.

Finalmente, he decidido que puedo sacar un partido considerable de mis hombros derecho e izquierdo. El izquierdo, regido por el hemisferio de las emociones, es idóneo para los llantos de mal de amores, pérdidas de seres queridos y soledad. El derecho, por el contrario, es ideal para aquellos intrépidos empresarios que han caído en una rotunda bancarrota.

Mis pechos, sin embargo, son territorio privadísimo y reservado para la persona que consiga que ya no llore más.

Soy una humilde currante de hombros alquilados con un busto latente en espera de la no necesidad de consuelo.



[He alquilado mi propio hombro y ahora el contorsionismo es inminente. Seguiremos ultrajando a la naturalidad. Seguiremos pisando los charcos del bosque.
Donde quiera que estés, Vannoy.]

1 comentario:

ATM dijo...

Curioso es como nuestro ánimo es susceptible de alterarse merced a pequeños detalles. Basta una palabra, una imagen o un recuerdo para que penas que parecían sanar bajo las vendas del tiempo, vuelvan a doler como el primer día.

Deseo que el tiempo pase y que aquello que hoy provoca tanto dolor se convierta en un plácido recuerdo, de esos que llenan de nostálgica calidez el alma.

En realidad no quiero olvidar, tan sólo deseo recordar en menos ocasiones.

Tempus fugit.

Artemis.