jueves, 17 de mayo de 2007

Vida en hiato


Estar en hiato, en hiato con las mañanas y los desayunos, en hiato con la ducha y la ropa, en hiato con el sol y la luna. Vivir en arritmia, en un curioso descompás, como si no nada, como si no existiera música. ¿Cansada? ¡Cana asada! Vejez quemada sobre un blanco impuro, creado no por la inocencia, sino por el desgaste. El roce. El roce. Demasiados besos en los. Demasiado tocado su cuerpo. Se desdibuja la línea de sus.¿Por qué se destiñen los cabellos? Quizá la pintura se desconcha con el cepillo. O quizá...no sé. Las ideas liban el zumo, el color. Se alimentan del pelo. Tal vez los calvos son felices porque no piensan porque no tienen pelo. O tal vez los budistas o los rapados, pues eso.

- ¿Bla?

Pero hoy algo, un súbito meneo en el vientre. Felicidad epicúrea de la “carne”. Sin frío, sin hambre, sin sed. En el paraíso del dormir sin límites. Ha visualiado todos los chakras como rosquillas laberínticas aquí, allá, en el pecho, el cogote, el. El cordón de plata tras la nuca, como la cola de los cometas, esto, luz de los. La ligera vibración. En el zumbido de las abejas, o en el enjambre de, se encuentra alfa, ese estado de inconsciencia pero con el hilo de ahora me entero un poco de que estoy ida, casi cerca de los. Cuando se puede viajar por el espacio en el fuego de. O esa odisea eléctrica. Casi ángeles alrededor, ¿no?

- Ahá. ¡Menudo!

- Bla, blaaaa....

Pero había un yunque blanco bajo la lámpara, mecanismo creado por extraterrestres que lograron conquistar nuevas dimensiones y ablandar los hierros de las horas y de las millas; aquellos extraterrestres pertenecían a un grupo de difuntos románticos reencarnados, que adolidos por la Distancia y la Lejanía, se habían revelado contra el caparazón de las formas . Lograron crear un portal (ese yunque blanco, que tal vez funciona como una suerte de agujero negro pero invertido) a través del cual el sujeto viaja hacia donde desea. Atajo del trecho entre los deseos y su realización. Era como un filtro cumpledeseos, una sofisticada lámpara de Aladino.

Y entonces lo pensó. Existe un lugar donde ser feliz consiste simplemente en ser feliz. Cada uno es tan feliz como sea capaz de imaginar. De este modo, visualizó su modesta felicidad (porque cualquier gozo unido a imágenes es todavía demasiado humano). Pensó en Su habitación. En la madera omnipresente y ese ventanal abierto en el techo, una hendidura de cielo. Lo vio en su escritorio, estudiando, con la cabeza gacha. Ella cayó de arriba, y rebotó en el colchón de la litera. Él primero no lo creyó, pero ella insistía. ¿Lo ves? ¡La magia existe! Ella había aparecido de repente, surgido de la nada. Paseaba por la ciudad del mal (Bad) con el recuerdo sangrando. Llevaba una corona de espinas, y clavos en las muñecas. Pero sangraba azul.

- Oye, ¿me escuchas?
- ¿Qué dices? Bla...
- Sí, bla.
- Claro.
- Pero, ¡bla!

Entonces sucedía algo extraño. Me bañé en la copa de un árbol. Lo hice posible. Había clorofila fresca, que parecía deshacerse de vez en cuando y convertirse en un líquido que no caía, ni hacía perder la forma al árbol. Y yo era feliz así, bañada en hojas, volaba entre ellas, me lavaba en verde, mientras me contemplaba sentada junto a él, allá en frente, desdoblada. Ellos parecían felices como niños hambrientos y serenos.

- Bla bla bla bla...¿Has visto los zapatos horrendos que lleva esa?
- A ver si caerá como el Imperio romano.

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